Morir antes de morir

¿En qué momento alcanzamos ese punto irreversible en que dejamos de ser personas para ser sencillamente un ser vivo que se rinde y se deja llevar, esperando al momento de la muerte?

"En estos días que vivimos, la gente muere mucho antes de morir", decía Paco Roca tras un año de documentación en residencias de la tercera edad para su maravillosa novela gráfica "Arrugas" sobre el Alzheimer. "Hay una frontera invisible pero impenetrable entre los asilos y el resto del mundo", añadía Paco en una entrevista a la SER. Delibes decía: "Si los jóvenes supiesen lo rápido que pasa el tiempo, todos tratarían bien a las personas mayores".

Los asilos pueden ser tan crueles como un campo de concentración. Una especie de cementerio de coches, donde aparcamos ese pasado, que obstinado, se niega a pasar a mejor vida. Somos meros instrumentos y cuando dejamos de servir, cuando perdemos la capacidad de trabajar, nos convertimos en un estorbo, en una caricatura de lo que fuimos, en una imagen que molesta a aquellos que creen que nunca se harán tan viejos.

En una sociedad y una cultura cada vez más intoxicada por la inmediatez, lo que dura, lo que resiste, lo que se niega al cambio, resulta molesto, antiestético, contracultural. Las residencias de ancianos son un instrumento para retirar de nuestras vidas aquello que nos recuerda que nuestra vida tiene fecha de caducidad.

En España, en 1980, el 85% de los mayores de 70 años vivían con sus familias. Hoy, esa cifra no alcanza el 10%. Se habla de racismo, de machismo, de homofobia, de pobreza. Nadie habla de las injusticias que se comenten contra aquellos a los que nadie quiere escuchar. Antes, los ancianos morían con nosotros y seguían vivos hasta el mismo día de su muerte. Ahora los aparcamos, negándoles su dignidad muchos años antes de irse para siempre.

Por eso, un documental como "El agente topo" resulta tan luminoso y entrañable. Un anciano es reclutado para espiar a una paciente en un asilo. Más allá de la trama, extraordinariamente adictiva, el documental de la chilena Maite Alberdi nos permite conocer la realidad de una residencia desde dentro y ver la vitalidad de aquellos que se niegan a lo inevitable.



Alberti resume así su excepcional documental, nominado a los Oscar: "Las personas mayores aman, sienten deseo, temen, tienen esperanzas, luchan, tienen ganas de vivir y sobre todo, aceptan el paternalismo de los que los cuidan con una educación y un estoicismo infinitos. La lucha por la vida de aquellos a los que nadie importa su vida, es la más valiosa de todas las luchas, y también la más universal, porque, si nadie lo remedia, dentro de no muchos años, será también la de todos nosotros.".

Paco Roca, tras ganar el Goya a la mejor película de animación por Arrugas dijo: "Nadie puede detener el tiempo, pero si podemos dejar de pensar que nosotros seremos siempre inmortales. Bastaría con eso para llenar de dignidad lo que ahora es un infierno para millones de personas en la fase final de su vida"