El ingeniero jubilado austríaco Josef Fritzl, tristemente famoso desde el domingo pasado por el encierro y la violación de su propia hija durante casi un cuarto de siglo, es un hombre dinámico pero autoritario que escondía un vicio perverso.Según recuerdan numerosos vecinos y conocidos de Fritzl, éste siempre trataba de estar bronceado, coqueteaba con las mujeres y llamaba la atención por el exagerado cuidado de su jardín, donde se descubrió el calabozo subterráneo, en el que su hija Elisabeth tuvo que malvivir durante 24 años.
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