Corrían –y tanto– los primeros 80. Las hombreras eran aerodinámicas; los peluqueros, artistas, y todo el que se atrevía se subía a un escenario. Y se atrevían muchos. En todas partes. En A Coruña, por ejemplo, dos periodistas que se hacían llamar Ross Mero y Johnny Rotring (en referencia irónica al líder de los Pistols, Johnny Rotten, dado que también era diseñador gráfico, como todo el mundo entonces) se juntaron a un tipo de Ferrol que se llamaba –obviamente– Pablo Iglesias e intentaba convencer a sus padres y quizás a él mismo de que estudia
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