A juzgar por la eficiencia que transmiten siempre los insectos, imaginar que un abejorro pueda ser un animal torpe suena raro. Pero no lo es tanto. El problema de los abejorros es que tienen un cuerpo demasiado grande para unas alas tan pequeñas. Así, volar, representa un gasto de energía considerable. Un abejorro, pues, cuando encuentra una flor con néctar suficiente, se suele quedar descansando en esa flor para evitar malgastar más energía.
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