Hay quien lo aprecia nada más asomarse al acantilado y para otros pasa totalmente inadvertido. La arena de la playa de Fabega (también conocida como A Ribeira de Feliciano), visible desde el mejor banco del mundo, en la costa de Loiba, es de color dorado, pero la de su vecina Lomba, separada por unos pedruscos, presenta un tono grisáceo. Y nunca se mezclan, ni siquiera por efecto de los temporales.
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