Ana Mato, ministra de Sanidad, ha tenido una divertidísima ocurrencia: pretende sacar del vademécum algunos medicamentos «de escaso valor terapéutico» (sic) para sustituirlos por terapias naturales. No, no es que quiera matarnos. Solo pretende ahorrar. Y, si lo piensan, la idea es fabulosa. De hecho, yo aplicaría esa lógica a todos los ministerios, empezando por el de economía. ¿Para qué pedir ayuda a Bruselas pudiendo pedírsela a Dios? O a Alá. O al Espagueti Volador.
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