Si hubieras visto la cara que pusiste cuando entré en la habitación sin llamar… el apuro que te llevaste… “¿Qué pasa? Me estaba rascando la oreja, ¿y?” ¡Fue muy gracioso!” Esta conversación entre adolescentes es totalmente verídica, como lo es el rojo de las mejillas de aquel al que iba dirigida la frase. Evidentemente, no se trata de ninguna oreja sino de juegos sexuales, y más en concreto de masturbación. Por mucho que las revistas, el cine o los sex toys pregonen sus virtudes, esta práctica sigue siendo considerada...
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