La historia creada por Kimberley Vlaeminck, quien acusaba a su tatuador de haberse aprovechado de los efectos de la anestesia para tatuarle en su rostro 56 estrellas, en vez de las tres que ella había requerido, resultó ser una farsa orquestada por la joven, quien inventó la historia al temer por el castigo que le impondría su padre. Relacionada:
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