El dinero tiene miedo. Y busca refugio de las inclemencias financieras que le asolan recurriendo a aquellos activos que le ofrecen una placentera sensación de seguridad, aunque su rentabilidad nominal sea baja, o la real, ajustada por la inflación, negativa. Ande yo caliente, ríase la gente. La preservación del capital se convierte en objetivo prioritario de un universo inversor
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