Cuando Michael J. Fox recibió el diagnóstico de que tenía párkinson, su primera reacción fue esconderse. Tenía 30 años; una fama internacional en el cine y en la televisión, y un cuerpo que no le respondía por culpa de una enfermedad degenerativa sin cura. Y esas cosas no hacen gracia. Eso es lo que pensó. Así que, primero, se calló el diagnóstico y luego, cuando los efectos fueron imposibles de ocultar, se retiró de la interpretación. Ahora vuelve con una serie autobiográfica que es la más esperada del año.
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