El pacto criminal entre el cártel de los Beltrán Leyva y las policías estatal y municipal incluía una "operación de limpieza" de la delincuencia común para "no calentar" el estado de Morelos y facilitar el tráfico y distribución de drogas, como así también la libertad de movimiento de los capos. Un comando de sicarios ubicaba a los ladrones, secuestradores, violadores, ladrones de autos y asaltantes. Quienes no se ajustaban a las órdenes eran ejecutados. En Cuernavaca acabaron con el robo de coches, que ascendía hasta 40 coches semanales.
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