El presidente ha pasado en siete meses del «nadie dará órdenes a España» al «no podemos elegir». El espejo devuelve una imagen de Rajoy muy similar a la que tenía cuando llegó a la Moncloa en 2011. Tal vez más enjunto y peinando el doble de canas, al menos en la barba, pero sin cambios radicales. Más trabajo cuesta reconocerle en alguna de sus últimas decisiones. El líder del PP se ha reinventado en lo político acuciado, sin duda, por la amenaza real -y aún no disipada- de una intervención en toda regla de nuestra economía por parte de la UE.
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