En 1911, el fisiólogo alemán Martin Henze descubrió que en la sangre de estas criaturas hay grandes cantidades de vanadio, un elemento que se encuentra cien veces más concentrado en ellos que en el agua de mar del que extraen su alimento. De hecho, según investigadores de la Universidad de Hiroshima, los tunicados podrían albergar la mayor capacidad de concentración de cualquier metal de todos los animales.
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