La dependencia energética de Moscú cambia las prioridades de Berlín y da un giro al mapa estratégico europeo. Cuando Angela Merkel y Dmitri Medvedev inauguren hoy el gasoducto Nord-Stream, que canalizará el gas durante los próximos 50 años directamente desde Rusia a Alemania a través del Mar Báltico, estarán dando otra vuelta de tuerca al nuevo mapa geoestratégico europeo, en el que la principal economía de la UE pasa a una situación de dependencia energética de Rusia que necesariamente orientará sus relaciones con este país.
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