Identificados plagiador y plagiado, les pongo un comentario en el campus virtual informándoles de lo que hay; tíos, estáis pillados. El plagiador a esta hora no ha dicho ni esta boca es mía. El plagiado, que no debe de saber muy bien la jugada que le ha gastado su colega, me escribe un e-mail donde viene a decir que: (...) Las faltas de ortografía y la deficiente estructura sintáctica del texto los he dejado tal como estaban, para que vean la elegancia y gracejo con que se expresa un alumno de segundo de grado de una carrera técnica. (...)
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