El sistema sanitario estadounidense es, en una palabra, un desastre. Caro, poco eficiente y extremadamente complejo, ha sido un dolor de cabeza constante para los legisladores durante los últimos 60 años. A nadie le gusta; sin embargo, pocos son los que pueden explicar cómo se ha llegado hasta aquí. A continuación intentaremos ofrecer una serie de claves para entender el enrevesado debate sobre la salud en los Estados Unidos.
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