La Iglesia es capaz de organizar una orgía mística por el hecho de que a una monja se le quiten los dolores de barriga al colocarse, a modo de cataplasma, una estampa de Juan Pablo II. Sabemos que Dios no está nunca donde se le necesita, entre otras cosas porque no hay Dios, pero en situaciones excepcionales debería hacer el esfuerzo de existir hasta la llegada de los bomberos. ¿Cómo es que la Conferencia Episcopal Española, tan dada a hablar sobre todo, silencia en el caso de la iglesia de Pisco que se derrumbó sobre sus fieles?
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