Yo me confieso...¡soy celiaca!. Aunque a priori la intolerancia al gluten no sea percibida para el común de los mortales como algo horrible, parece ser que para los Sres. del AVE – Larga distancia, sí lo es. Lo deben percibir como un pecado casi mortal. Así que aquí va la penitencia que me han impuesto tras confesarme como celiaca y solicitar que cuando sirvan la cena durante mi viaje, mi comida no tenga gluten: llamar a todos los teléfonos que tiene habilitados Renfe para dar ¿soluciones? a sus clientes, obviamente sin conseguir nada.
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