Cuando terminó la Primera Guerra Mundial los soldados que habían participado en ella y tenido la suerte de sobrevivir, regresaron a sus casas. Muchos se encontraron con la desagradable situación de no tener empleo. Para que los que pudieron volver tuvieran al menos algo en lo que trabajar, el presidente de la junta de carreteras del país, William Calder, propuso emplearlos en la construcción de una carretera que conectara los hasta entonces aislados asentamientos de la costa suroeste australiana.
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