La reconstrucción policial de los hechos es la siguiente. En la zona donde ocurrió todo se reúnen grupos de mendigos para pernoctar. Uno de ellos, Florin Voina, de 38 años y con diez reseñas policiales y seis detenciones -por hurto, lesiones, amenazas, atracos, allanamiento...-, se muestra especialmente violento con sus compañeros. A algunos de ellos ha llegado a agredirlos con anterioridad. Ejerce la ley del más fuerte y la del miedo. Les obliga a que paguen una especie de «impuesto revolucionario»: deben darle parte de lo que sacan pidiendo l
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