Eran las ocho y media de la mañana cuando Patricio partió como cada día con su camión hacia su finca situada en El Ejido. La sorpresa de este vecino llegó cuando vio que dos perros de gran tamaño se habían «colado en su finca» y estaban mordiendo «desesperadamente» a su mascota. Al parecer, eran los canes de su vecina. «Iban sin correa y sin bozal». Y nadie se atrevió a acercarse. «Lancé varias piedras a los animales para disuadirlos, pero no sirvió de nada», cuenta, al tiempo que señala que «no pararon hasta que acabaron con su vida».
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