Tres cebras que habitaban en lo que algún día fue el zoológico privado más grande del mundo, propiedad del magnate William Randolph Hearst, escaparon el cinco de enero y vagaron hasta parar en el rancho ganadero de David Fiscalini. Al avistarlas, el hombre y un vecino decidieron dispararles. La controversia creció cuando se supo que Fiscalini había llamado a un taxidermista para que hiciera dos alfombras de la piel de las cebras, una para él y una para su vecino.
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