Ya han muerto más de 30 niños albinos en Tanzania junto y 3 en Burundi. La última, una niña albina de nueve años a la que le cortaron las piernas antes de asesinarla. La masacre se debe a que los curanderos tribales de la zona preparan «pócimas» mágicas a partir de la sangre y trozos del cuerpo de albinos. La macabra libación ayuda a conseguir riquezas a aquellos que la ingieran según afirman los infames curanderos. Según la costumbres tribales, un niño albino es una «maldición» y por ello viven como apestados y apartados de la sociedad.
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