Parece que fue el economista Richard Easterlin, quien descubrió que los ingresos altos se correlacionan con mucha felicidad. Pero a largo plazo, hay un punto en el que un mayor ingreso no se correlaciona con el aumento de la felicidad. Easterlin observa que, "tal vez tengamos que centrar una política de forma más directa sobre lo concerniente a cosas más personales, como la salud y la vida familiar, en lugar de centrarnos en incrementar solamente los bienes materiales."
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