Una serendipia. Un descubrimiento inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa. Eso fue lo que sucedió en 1897 en una finca próxima a Elche, con el descubrimiento del busto ibero más importante del país: la Dama de Elche. Datada entre los siglos V y IV a. C., la entonces conocida como la «reina mora» fue descubierta a golpe de pico por un niño de 14 años. Un impacto casual que detuvo el tiempo en forma de piedra.
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