El hipódromo de la Zarzuela de Madrid, con sus espectaculares tribunas y las desafiantes cubiertas en voladizo, forma parte de los anales de la arquitectura. También el edificio Focsa de La Habana, ese "libro abierto" de 39 plantas, inspirado en Le Corbusier, que dialoga con la bahía y el malecón de la capital cubana. Detrás de estas dos obras tan emblemáticas, tan estudiadas, tan diseccionadas, se esconde, curiosamente, un fantasma. Un nombre que no figura en los libros ni en las publicaciones especializadas. No es un error.
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