“Mercancía prohibida”. Los aduaneros marroquíes pronunciaron esas dos palabras, el lunes pasado de madrugada, para significar a los pescaderos ceutíes que no podían regresar a su ciudad con el pescado que habían comprado poco antes en la lonja de Rincón, a unos 25 kilómetros de Ceuta. “Les requisaban la mercancía, que tiraban en la misma aduana, o les decían que volvieran a Ricón”, pero el pescado fresco no se devuelve.
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