Hoy cuenta la prensa que los sitiados en Mariupol piden ayuda a Elion Musk para que los saquen de allí, rumbo a un tercer país, y que sólo se lo pueden pedir a él, porque es el que dice creer en lo imposible y convertir en realidad los proyectos imposibles.
Si no estuviésemos hablando de una guerra, diría que es un guión de Disney y que a la factoría de las ilusiones se les ha ido la olla en eso de tratar al espectador como si fuese idiota.
Pero es que encima es una guerra. Y aún así, tratan de entreverar el discurso bélico con sandeces como el posible alivio del sufrimiento de un grupo de soldados sitiados, que se niegan a rendirse. ¿Pero qué carajo cree la gente que es un asedio?
La realidad tradicional es esa: el ejército A sitia al ejército B. El grupo B puede resistir o rendirse. Es su decisión. A lo largo de la historia ha sucedido lo mismo miles de veces. Los sitiados resisten, intentan una salida a la despesperada, o se rinden. La estategia de dar pena para salir con vida sin necesidad de rendirse es un producto de nuestro tiempo, con su realidad líquida y su lógica gaseosa.
La estrategia de dar pena para salirte con la tuya funciona sólo en sociedades debilitadas, moribundas y hervíboras.
Me parece lógico y hasta plausible que se exijan garantías de que los defensores de Azovstal serán tratados como prisioneros conforme a las leyes y acuerdos internacionales. Pero solicitar que se les deje escapar a un tercer país me parece tan ridículo que llega casi a insultante. Pero no insultante con ellos: insultante con nosotros, que somos los destinatarios reales de ese mensaje.
Porque, obviamente, ese mensaje no se crea para Putin. Se crea para nosotros.