"Descubrí un Zapatero enrocado en la defensa de las prioridades del partido en materia identitaria española y extraordinariamente preocupado por las perspectivas electorales. Le preocupaba el estado de excitación anticatalana existente en toda España. En cambio su ánimo mejoraba cuando se explayaba respecto a las perspectivas del proceso de paz en Euskadi o el buen estado de la economía. La cuestión catalana le incomodaba, y no lo disimulaba. Quedaban muy lejos los días de nuestros primeros encuentros." Al fin, Zapatero le pide que se retire.
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