El movimiento de “indignados” es incómodo para demasiada gente. Al principio, casi nadie se tomó en serio la manifestación del 15-M. Cuando los asistentes desbordaron todas las previsiones, los medios de comunicación clásicos o tradicionales se llevaron las manos a las barbas para acariciárselas y buscar un tratamiento adecuado. Hubo reacciones tardías, porque las primeras cuarenta y ocho horas, en las tertulias de radio y en los artículos de opinión, no hubo reprise para adecuarse al fenómeno.
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