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Manipular la lluvia no es la solución

El 30 de septiembre los cielos de Pekín pesaban oscuros y la niebla ahogaba la ciudad con una nube densa, que amenazaba con aguar el gigantesco desfile militar previsto el día siguiente en la plaza Tiananmen para conmemorar el 60 aniversario de la fundación de la República Popular China. Hubo lluvia. Pero cayó toda esa noche, y el 1 de octubre amaneció radiante y de un azul que parecía imposible.

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