Me conocéis de sobras por tener una postura bastante neutral y alejada de sectarismos en cuanto al tema catalán. De sobras sabéis que no soy independentista (tampoco ni me va ni me viene), pero que a su vez no estoy de acuerdo en cómo se ha gestionado este conflicto desde la justicia.
Hoy estoy cabreado, indignado, decepcionado. Y quiero compartir con vosotros y con los independentistas catalanes el por qué de este cabreo.
Puedo entender perfectamente que un gobierno legítimo y escogido por el pueblo catalán pretenda llevar a cabo su programa electoral, en el que se incluye la celebración de un referéndum (ok, ya se apañarán para hacerlo). Lo que no puedo entender es que utilicen el bienestar de todos los catalanes y el progreso como sociedad como moneda de cambio en una suerte de chantaje político para la aprobación de los presupuestos.
En especial, este artículo va para aquellos catalanes independentistas. No puedo entender cómo apoyáis a un gobierno catalán que no mira por vuestros intereses. Y sí, se pueden apoyar unos presupuestos que hubiesen mejorado vuestro día a día y a su vez seguir negociando un referéndum pactado con el Estado.
En cambio, nuestro gobierno catalán (que debe gobernar para todos) ha preferido limitar las mejoras de nuestras infraestructuras.
Amigos independentistas: ellos no van a trabajar cada mañana en una Renfe desastrosa. Ellos no tienen que sufrir accidentes de rodalies. Ellos no se comen las retenciones que nos comemos el resto cada mañana para entrar a Barcelona por unos accesos tremendamente desastrosos.
No les importamos lo más mínimo. Ni les importa nuestra mejora del día a día. Ni les importa que tengamos una renfe desastrosa.
Me encantaría que Torra y el resto del gobierno catalán les explicase a los familiares de los dos muertos en accidentes de Rodalíes de las últimas semanas por qué, por no tener un referéndum, esas líneas no van a mejorar su seguridad.
Esto ya es indefendible. Mi bienestar y seguridad no es moneda de cambio.