Lo sucedido ayer en la Plaza del Sol con motivo de la manifestación por un Estado laico responde a un imperativo categórico que ha calado en nuestra sociedad, el de que el ejercicio de la manifestación católica no puede estar regulado y limitado, ya que tiene como base el fundamental derecho a la libertad religiosa. Esta afirmación ha devenido incuestionable, hasta el punto de que ha sido admitida por nuestros poderes públicos, propiciando situaciones como la vivida ayer.
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