Sólo dos veces al año -exactamente los días 29 y 30 de mayo-, y exactamente a una hora determinada -a las 19:20 de la tarde y durante escasos quince minutos-, tiene lugar entre los rascacielos de Manhattan, un fenómeno que conecta estas modernas y gigantescas construcciones de ladrillo con las piedras mágicas que conforman el mí(s)tico enclave de Stonehenge, monumento neolítico de 5.000 años de antigüedad.
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