El presidente estadounidense Barak Obama sorprendió en un local de comida rápida cuando entró en mangas de camisa para comprar hamburguesas. Se tomó tiempo para decidir su pedido, hizo su cola como cualquier cliente y aprovechó para conversar con los parroquianos. Sus colaboradores y los agentes del servicio secreto, tuvieron que improvisar movimientos para garantizar la seguridad de Obama y además permitirle que se desplace sin mayor contratiempo.
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