Entre los niños es frecuente encontrar mucófagos. No son criaturas maléficas que chupan la energía espiritual de los padres (o no del todo), sino personas que ingieren mocos. También hay algunos mucófagos entre los conductores de coches, sobre todo después de una larga espera frente al semáforo en rojo y una concienzuda labor de sondeo nasal.
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