El reloj de Charlotte marcaba las 3.08 de la tarde. Un árbitro acciona la bocina y el tiempo se detiene. Al mismo tiempo, en otros dos lugares de Estados Unidos sucedía lo mismo. Se jugaban un torneo del Champions Tour y otro del Nationwide. Todos han parado. Todos han callado. Estados Unidos rinde así homenaje a la figura mundial de Seve, un español universal. Es la magia del cántabro.
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