Los ciudadanos van a tener que apretarse el cinturón. Los trabajadores verán cómo se congelan sus salarios y sus expectativas de ascenso. Algunos ya están sufriendo el paro. Pero la mafia que une a los políticos y a los constructores sigue activa después del pinchazo de la burbuja. La corrupción moral ya no consiste en la administración de los permisos de construcción y las recalificaciones. Ahora pretenden meter la mano directamente en los Presupuestos Generales del Estado.
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