Zeng Bailiang se dedica a enseñar pintura a huérfanos ciegos de su ciudad Nanning, en la provincia de Guangxi, en China, desde hace casi 40 años. Todo empezó el día que encontró a un niño que dibujaba en la arena. El pequeño, que era ciego, le describió con lujo de detalles que había retratado a un gusano rojo con ojos negros y muchas patas. Este encuentro fortuito inspiró a Zeng, quien había descubierto que pintura es un arte más emotivo que estético.
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