Existen muchas lunas extrañas en nuestro sistema solar, pero la nuestra es particularmente inusual: es la más grande en proporción al planeta que orbita si exceptuamos el caso del planetoide Plutón y su luna Caronte. Esa relación de tamaños hace que el baricentro entre la Tierra y la Luna, el centro gravitacional entre ambos, se sitúe muy cerca de la superficie de la Tierra, casi fuera de ella. Eso hace que la órbita de la Luna en torno al Sol no sea muy distinta a la de la propia Tierra.
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