Pedro entró en el ambulatorio de Moratalla (Murcia) con una pistola que guardaba desde hace 20 años. Sin mediar palabra, disparó a bocajarro contra su médico. Tres disparos en el cráneo y en el pecho acabaron con la vida de una joven doctora de 35 años esta primavera. Su delito fue no suministrarle el tratamiento que reclamaba un paciente angustiado por su asma. La mecha que enciende la mayoría de los conflictos entre médicos y pacientes.
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