La invitación a la primera marcha se realizó en una hoja tamaño A4. “Breve, concisa y silenciosa”, decía: “Sin pancartas, sin consignas”. Los que se sintieran furiosos por lo que estaba ocurriendo podían reunirse en la zona del aparcamiento de la iglesia y emprender una marcha hasta la señal del límite de velocidad en el extremo del pueblo. No se haría ningún discurso. “Traigan consigo sólo su enfado”.
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