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El llamado "body count" o por qué algunos hombres tienen complejo de unicornio

 Podéis creerme que este no será uno de mis temas favoritos, sobre todo porque es algo que yo estaba convencida de que lo teníamos ya superado. Cuando yo iba al instituto, eso de «aaay, la llave que abre todas las cerraduras es una llave maestra, la cerradura que se abre con cualquier llave es una mierda de cerradura…», ya era una ranciedad propia de la generación anterior. Sin embargo, últimamente me estoy encontrando con muchos pensamientos (es un decir) en esa dirección y por parte de gente relativamente joven, treinta o menos y eso, que queréis que os diga, aparte de entristecer, me asusta un poco. Porque la juventud ha de venir a terminar con el machismo, la homofobia, los ideales religiosos injustos y absurdos… romperlos, no reforzarlos. Por eso, para poner nuestro granito de arena en esa ruptura tan necesaria, vamos a hacer este artículo, a fin de aprender a reconocer (y así destruir) ese tipo de ideales misóginos y caducos, antes de que ellos nos puedan destruir a nosotros.

               

                «Cada vez que una mujer se acuesta con un hombre, pierde valor. Cada vez que un hombre se acuesta con una mujer, lo gana».

                Vamos a empezar diciendo que es su idea, no la mía; no me pidáis lógica a mí. De hecho, yo se la he pedido a ellos, les he preguntado el porqué de esto en un sinnúmero de ocasiones y sólo he recibido la callada por respuesta o frasecitas hechas que rebajan a la mujer al estado de un objeto que pierde valor con el uso. De modo que he llegado a la conclusión de que ellos tampoco lo saben, sino que se limitan a repetir como loritos las consignas que cuatro iluminados de internet les han ordenado que repitan.

                La idea, por demás caduca y machista de que la mujer «buena, o valiosa» es aquella que es virgen o que no ha tenido más que un novio y como mucho, no es original. Proviene de la antigüedad, cuando la virginidad era un activo valioso, el único que garantizaba que la mujer con la que a uno le prometían no había tenido relaciones anteriores, de modo que no iba a parir a un bebé que no fuese de su marido. Se asociaba la virginidad a la fidelidad, una mujer virgen era pura y no se dejaba controlar por la lujuria -diga usted que no le gustaba el sexo, que era de lo que se trataba y lo que pretendían que pasara, que la mujer llamada «decente» no gozase con el sexo ni se enterase de que eso del gustito era también para ella, porque entonces podía pedirle a su marido que se esforzara un poco en lugar de limitarse a empujar y, si su esposo no se lo daba, irse con otro que sí- de modo que nunca tendría interés en las relaciones sexuales y su vida se centraría en cuidar de su marido e hijos y nada más. Ya aquí vemos que eso de la pureza no es más que una burda maniobra para intentar controlar la sexualidad de la mujer, porque una mujer que goza y que sabe que puede gozar, es una mujer que dice «¿cómo que “ya está”?», y eso da mucho miedito a según qué hombres.

                Dado que en el pasado no existían las pruebas de paternidad, el que la mujer con la que te casabas fuese virgen y el sexo para ella no fuese sino un deber de buena esposa más y tan agradable como lavar platos, era la única manera de asegurarte una descendencia legítima (porque, claro está, eso de cuidar a la mujer, tratarla bien, dejar que se casase con quien ella eligiera y no con quien su padre o hermano mandaban, naaah, que da mucho trabajo y no da réditos). Sin embargo, y a través de la Historia, cartas, diarios, etc., ya vimos que no fue un método tan eficaz como se planteaba en teoría y que muchos maridos sí que acabaron criando al hijo del secretario, del primo de su mujer, del vecino… No, señores, esto no es porque las mujeres seamos malas y mentirosas por naturaleza como en tantas ocasiones nos han querido hacer creer. Se trata de algo tan sencillo como que nadie manda en el corazón humano. Por mucho que te vigilen, te custodien, te casen con alguien a quien no amas y que te veas rodeada día y noche de dueñas, amas o vecinas, siempre que aparezca alguien a quien sí deseas, habrá un medio para que podáis estar juntos siquiera un cuarto de hora; habrá quien te pueda rehacer el virgo o quien te diga que pongas la fecha de la boda para cuando estés menstruando y así nadie sospechará… Dijo Willie Gingrich (Walter Matthau; En bandeja de plata), que «cuanto más perfeccionas la ratonera, más listo se vuelve el ratón». Moraleja: no consideres a tu pareja tu tesoro ni tu enemigo, sino tu igual.

                «Pero es que una mujer que se ha acostado con veinte tíos lo tiene dado de sí, eso pierde tensión y ya no se siente nada».

                Relaja, Luis Alfonso, que ni tú la tienes tan grande como te crees ni los demás como te cuentan. Vamos con un poquito de Biología básica: por la vagina humana sale un bebé de tres kilos y luego la musculatura vuelve a su lugar. ¿De verdad te crees que tu pitín, o el de veinte tíos más, van a dejarle a una chica el asunto deformado o dado de sí? ¿Verdad que tu cosita no se ha desgastado desde los trece hasta ahora y bien que te la has pulido? La vagina no se desgasta ni vas a obtener menos placer porque tu pareja haya tenido otros amantes antes que tú. Si lo que tienes es miedo de no dar la talla si no estás con una chica que no tenga ninguna experiencia, reconócelo, ninguno somos perfectos. Hablando se consigue luchar contra esas inseguridades y vencerlas, pero insultar a la persona a la que -supuestamente- quieres atraer, te garantizo que no es la mejor forma de conseguirlo.

 

                «Pero es que yo quiero que mi pareja no haya tenido mil novios, y eso me lo tenéis que respetar».

                Como querer, tú puedes querer que tu pareja sea Miss Universo, otra cosa es que eso sea lo único que valores. Si lo único o lo más importante que va a pesar en ti a la hora de buscar pareja es su virginidad o su historial sexual, desde luego que eres libre de buscar lo que prefieras, sin embargo, déjame decirte algo: las personas no somos artículos de catálogo. Puedo entender que quieras una pareja fiel, fiable, vale. Pero eso no lo da que haya tenido cinco amantes o ninguno en el último año. Antes de buscar a una persona con poca experiencia en el sexo, preocúpate de buscar a una BUENA persona, a alguien con interior y cuidarle día a día, porque eso será lo que os procure la fidelidad mutua.

                Segundo: se te respetará en tanto y cuanto tú también respetes a los demás, ni más ni menos. Si tú prefieres a alguien virgen, perfecto, lo que no puedes hacer es ir menospreciando (¡ni insultando!) a las mujeres que no comulgan con tu forma de pensar, ni a los hombres a quienes el pasado de su pareja les importa pito y medio. En el momento en que tú te metes al vídeo, o a las redes sociales de una chica a insultarla por tener relaciones, en el momento que humillas y acosas a una persona por lo mismo, que ves la boda de una actriz porno y te ríes de su marido o la insultas a ella, no estás dando ese respeto ya y por lo tanto no esperes recibirlo tú. Si me vas a salir con la libertad de expresión, te recuerdo que esa libertad va en ambos sentidos, no sólo la tienes tú.

                «Una mujer que presume de haber tenido relaciones no es de fiar, es para una noche, no para una relación».

                O sea, lo que me estás diciendo es que quieres que te mientan. Que, en lugar de asumir como un adulto que tu pareja -igual que TÚ, no lo olvidemos- no ha vivido en un convento toda la vida, sino que es un ser humano con los mismos deseos sexuales que tú, prefieres que te tapen los ojitos como si fueras una criatura de cinco años y te digan que tú has sido el primero y el único, ¿es eso?

                Te diré: nadie lleva su historia escrita en la frente. No tienes manera alguna de saber si la chica con la que estás se ha acostado con uno, con cien, o con ninguno. El himen, igual que se puede reconstruir, se puede romper sin que medie sexo; una caída de culo, un ejercicio de estiramiento brusco, lo pueden romper con facilidad. ¿Sabes qué otra cosa se rompe con facilidad si no se cultiva desde el minuto uno? La confianza. Si no quieres nada serio con una persona, juega limpio y dilo desde el primer momento, nunca uses a las personas. Si para ti es un valor tan importante la virginidad o el haber tenido pocos novios, sé coherente y no seas uno más para esa chica que quizá te esté dando su corazón. No tengas tantas ganas de ser el primero si no eres lo bastante hombre como para ser el último.

               

                «Una mujer que ha estado con varios tíos es un cubo semen, ¿te beberías una coca-cola que ha tenido dentro veinte penes? Si yo me compro un coche, lo quiero estrenar…»

                Y un sacapuntas que afila lápices, ceras, pinturas y todo lo que le echen, es una maravilla de sacapuntas, ¿no? Mucho mejor que un lápiz con mina quebradiza… a buscar analogías, sabemos jugar todos, aunque eso no es lo importante aquí. Lo importante es que estos «argumentos» hablan por sí mismos de quienes los sueltan, y no precisamente bien porque, ¿qué se puede esperar de alguien que ve a las mujeres como a objetos a usar o a estrenar? Una mujer, señoritos, no es un coche, ni una prenda a estrenar, ni un trofeo a conseguir. Es una PERSONA, exactamente igual que vosotros. El día que comprendáis eso, estaréis cerca de poder mantener una conversación con una. Hasta entonces, por favor, mejor no habléis, que empeoráis vuestra propia situación más todavía.

 

                Ya para ir finalizando, dejadme que os cuente una historia. Hace años, en un trabajo que tuve que nos dejaba cierto tiempo libre para hablar entre compañeros, tuve a una chica cuyo novio era de familia tirando a acomodada, al punto de que el regalo de bodas de los padres de él iba a ser un chalé, y ella iba a dejar de trabajar tan pronto se casara. Al parecer, el chico era de ideas bastante religiosas y a ella le gustaba presumir de que él «la había elegido» -como si fuera un Pokémon- porque era virgen. Cuando salía el tema del sexo por cualquier razón, ella siempre tenía que arrimar el ascua a su sardina y sacar el tema de que la liberación sexual había hecho más mal que bien, que no había diferencia alguna entre una puta y una mujer que follaba sin casarse, salvo que la mujer que lo hacía era tonta porque encima no cobraba (claro, cuando alguien le decía que ella entonces se estaba vendiendo igual al casarse para tener una bonita casa y vivir sin trabajar, eso ya no le gustaba oírlo y ya no era lo mismo), y que las mujeres que habían tenido relaciones no podían esperar «ser elegidas» por un chico tan bueno como el suyo… hasta que un día, ni recuerdo cómo, salió el tema del sexo anal. Y allí nuestra compañera resultó ser una entendida absoluta. Porque, según ella, por detrás no contaba, por detrás no era pecado ni infidelidad, ni tampoco lo era hacerlo con otra mujer porque el virgo no se rompía ni había peligro de embarazo. Resumiendo: nuestra compañera era virgen anatómicamente hablando, pero había tenido cuanto sexo anal y lésbico le había apetecido, cosa de la que su futuro no tenía la menor idea ni la tendría jamás porque a él sólo le interesaba que ella tuviera una membrana intacta, y eso lo tenía. QED que no es tan importante buscar el historial de la persona como buscar a la persona. Si el himen es lo único que te importa, no te acabarás quedando con la mejor persona, sino con quien mejor te mienta.

                Ya vemos pues que la pretensión del «body counting» no es otra cosa que doble moral e hipocresía, «yo puedo y soy un machote, tú no y eres una zorra». Lo que va a evitar que nuestra pareja nos sea infiel, lo que hará que tengamos una relación plena y exitosa, será que nos quieran y nos respeten, será la buena comunicación, la confianza mutua y el cariño. Cosas todas que ni residen en la entrepierna ni vienen condicionadas por el número de amantes que nadie haya tenido, sino que es preciso que cultivemos día a día. El llamado «body counting», si tiene alguna utilidad, no es sino la de desechar a quienquiera que lo tome en serio: será alguien a quien no le importará ni valorará nuestra personalidad, inteligencia, simpatía, bondad… y no sólo no los valora; está convencido de que no son importantes. Alguien así, jamás será recomendable como pareja de nadie.

(Puedes leer más artículos y mis relatos eróticos en mi blog. No lo meneé directamente porque temí que fuese microblogging: delaplumarelatoseroticos.blogspot.com/)