Todo el mundo sabe que existen, pero pocos se atreven a mostrarlos. Los llamados pisos patera (viviendas pequeñas donde residen muchas personas hacinadas) son una realidad en la región, pero quienes habitan allí se callan por miedo a perder su techo, los dueños no hablan porque están cometiendo una ilegalidad y los ayuntamientos reconocen que no tienen instrumentos para controlarlos. El borrador de la ley incluye "una nueva regulación de las altas y bajas del padrón, al objeto de evitar los empadronamientos masivos en un domicilio".
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