Encerrado en un atasco de tres pares de Gallardones me dio por seguir con la mirada los pasos de un anciano que caminaba despacito por la acera. El anciano, pese a su paso lento y pausado, consiguió llegar al siguiente cruce mucho antes que mi taxi (aun parado en el mismo puto punto). Luego, le perdí de vista...
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