En cualquier otro partido Carromero habría sido un leproso del que todos huirían a la carrera, sobre todo si le vieran venir conduciendo. Pero el PP, y especialmente Esperanza Aguirre que es todo corazón, no abandona jamás ni a un caído ni a su chico de los recados, por mucho que se estampe contra un tamarindo y se convierta en un peligro mayor para la disidencia cubana que el propio Fidel Castro.
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