Contaba el Marqués de Sade que había una mujer que inmolaba a sus amantes. Una mujer que tras convertirse en reina convirtió su reinado en un gran harén de hombres a su disposición. Tipos ataviados con ropas femeninas que debían combatir a muerte por una noche de lujuria. Sade se refería a Anna Nzinga.
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