El gobierno ha apelado constantemente a la ley y ha calificado el referéndum de Cataluña de ilegal para abortar el intento del pueblo catalán de decidir su futuro. Sin embargo, este argumento es incorrecto. La legalidad no puede aplicarse a aquello que es de suyo la expresión directa del pueblo y, por tanto, algo prejurídico y primigenio, previo a todo ordenamiento institucional.
Las leyes desarrollan las constituciones, que a su vez deben emanar del poder constituyente, el cual a su vez reside en todo pueblo que se autorreconoce como tal. En Cataluña la mayoría de ciudadanos quiere expresarse respecto a la creación o no de una constitución propia. Quieren saber si una mayoría se sigue reconociendo compelida bajo la constitución española o no. Esto es perfectamente legítimo y correcto dentro de la teoría de democracia. De hecho, es lo más genuino y sustancial de la democracia: el poder del pueblo. Todo lo demás es subsidiario y no puede interpretarse como una camisa de fuerza a la que el pueblo mismo debe someterse.
Nos intentan engañar con la constitución y la ley en este asunto, pero también lo han hecho y lo volverán a hacer en todo aquello que a la oligarquía no le interese cambiar. No toleran la expresión directa del pueblo y su mayor argumento es el "respeto a la ley". Sin embargo, la ley no es respetable cuando se trata de asuntos tan primarios como la expresión directa de la soberanía popular. La ley es posterior y subsidiaria al poder constituyente.
Por otro lado, la constitución española no goza de toda la legitimidad que exige la teoría de la democracia. Esta fue redactada por unas pocas personas en los reservados de algunos restaurantes y luego se presentó al pueblo como un paquete indivisible para que dijera sí o no bajo la amenaza del ejército de continuar con la dictadura. Obviamente, la gente votó la opción que no suponía una dictadura, pero no tuvo más elección. Allí no hubo poder constituyente activo, así que la democracia española, de acuerdo a la teoría en la que se dice fundamentar, es una farsa desde su mismo origen.
Por tanto, pienso que debemos defender un proceso constituyente en toda España. Tenemos la obligación moral de sacudirnos una constitución que usan como grilletes contra nosotros mismos.