La rica heredera Gail Posner dejó en herencia a sus tres perros un fondo de 2,5 millones de euros y una mansión valorada en 7,5 millones. El servicio doméstico y sus guardaespaldas tampoco salieron malparados en la herencia: les correspondieron 20 millones de euros y el derecho a disfrutar de la mansión gratuitamente mientras cuidan a los perros. Por el contrario, el único hijo de Posner se vio recompensado en la herencia con tan solo 800.000 euros.
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