El 41% intentó suicidarse al menos una vez, un porcentaje nueve veces más alto que la media (4,6%). Su situación es devastadora en todas las estadísticas: son mucho más pobres, sufren más violencia sexual y policial, doblan la tasa promedio de desempleo, caen más veces en la cárcel, experimentan más situaciones temporarias de vivir en la calle, tienen mucho menos acceso a la educación y a la salud, más de la mitad sufre el rechazo y el alejamiento de sus familias. Los trans, en el siglo XXI, viven en un verdadero ghetto a cielo abierto.
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